martes, 15 de mayo de 2012

¿Qué espera la sociedad de los bomberos?


Una profesión imprescindible cuando todo se ha hundido, nada tiene remedio y se hace un hueco la desesperanza. ¡Tranquilos! (se dice después de un desastre) Ya están allí los bomberos.
Los bomberos actúan después de un terremoto,  de una inundación, de un accidente de tráfico o de aviación, cuando caen cornisas o aviones, o cuando se ha declarado un incendio y como último recurso cuando te olvidas la llave en casa o hay un gato subido a un árbol, por citar un servicio más “ameno”

Un oficio, pues, atípico y con riesgos.  Como suele decir coloquialmente: “cuando todo el mundo corre y tu permaneces tranquilo o incluso vas en dirección al siniestro, o no has entendido el problema o eres un bombero”

Un cuerpo de hombres y mujeres corrientes cuya misión es resolver lo irresoluble como sea. A costa de asumir riesgos, incluso su vida. No hay seguridad para el bombero, te pongas como te pongas. Nuestro trabajo, al fin y al cabo, es llegar a la escena del siniestro y  ver que pasa y actuar con rapidez para darle solución, sin  mucho tiempo para pensar.

Hace ya bastantes años en Madrid, calle de la Montera, había unos grandes almacenes (los Almacenes Arias)  que ardieron como la tea. El peligro de que ardiera la manzana entera era real.
Así que los bomberos entraron con la decisión fatalista que nos caracteriza y la estructura del edificio colapsó contra todo pronóstico. En un instante, cinco pisos se vinieron abajo estrepitosamente, como un “castillo de naipes”, pillando a diez bomberos en sus escaleras.
¿Y saben una cosa? No hubo manera de saber cuantos había pillado el derrumbe hasta que no se recuperaron los cadáveres, veinticuatro horas después. Y es que el espectacular incendio había provocado que los bomberos que libraban aquel día se presentaran espontánea y responsablemente en sus parques y, claro, la prisa y la urgencia no permitieron establecer registros precisos de quien estaba y quien no, ni quien había entrado y quien permanecía de retén.
Desgraciadamente los fallecidos en acto de servicio cada año van incrementándose, tendremos que analizar las causas y por lo menos sacar conclusiones a cada desgracia personal, para saber lo que hemos hecho mal, y extraer conclusiones no solo para el Servicio que ha sufrido esa fatal pérdida, sino para todos los Servicios de Bomberos, porque que nadie se engañe, todos estamos en el "filo de la navaja".

En los últimos años  al pasar delante  muchos  parques de bomberos encontramos pancartas solicitando e informando de “falta de recursos” y  junto a ella,  un puñado de bomberos a la espera de lo que siempre  (te pongas como te pongas) termina sucediendo: un siniestro, de mayor o menor importancia.

Una sociedad que no se enorgullece de su Cuerpo de Bomberos (que no lo cuida,  que no lo dota de recursos materiales y humanos y, en paralelo, no le exige todo lo exigible) es una sociedad muerta.

¿Qué sería de una sociedad sin bomberos?


"El minimizar las pérdidas es tan provechoso como maximizar las utilidades"
Louis Allen

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